Este artículo fue escrito por Claudia Tobar para Days of Darling.
Es loco cuando no son suficientes la señales que te da tu cuerpo de agotamiento físico y mental para detenerte, como no es suficiente esas terribles gripes que vienen como señal de: ¡PARA!. Pero ni eso era suficiente para dejarme en casa. Todas esas señales comenzaron a ser parte de mi diario vivir. No fue hasta que el mundo no me mandó una señal, mandó un comunicado: que clausuraba mi vida hasta próximo aviso.
En ese momento no dejaba de pensar cómo iba a ser mi encierro, no entendía cómo iba a hacer sin mi ocupada vida de oficina, sin mis viajes semanales de trabajo, sin la adrenalina de estar tarde a toda invitación o reunión. ¿Qué iba a hacer, si no tenia que salir corriendo a dejar a los niños a sus clases de la tarde, mientras me acordaba que no había almorzado? Tengo que admitir que dejar eso atrás me causaba temor.
Así transcurrieron los días de encierro, y con el pasar del tiempo me encontré con dos niños. Estos niños que lo mejor que les podía suceder en el mundo es lo que estaba sucediendo, estar encerrados con las personas que más quieren por un tiempo indefinido. Para dos niños de 5 y 7 años, no existe mejor compañía que la de mamá y papá. El tener el tiempo para dedicarse 4 horas a construir una pista de canicas, o pintar cajas viejas para la mini ciudad era un lujo que pensaba que no me podía dar. Con el pasar de los días me iba sintiendo más cómoda en este rol. Llegaron las tareas del colegio, y aunque tengo que admitir que como educadora me tentaba enseñar, me dejé llevar por este nuevo rol maternal que estaba descubriendo en mí, y fui solo mamá. Fui desentendida con la cursiva y la multiplicación, me comporté como lo debería haber hecho hace mucho tiempo.
Cuando pienso en el reto que nos ha puesto esta crisis mundial, pienso que de verdad ha sido una oportunidad de oro para repensar en la relación que tenemos con nuestros hijos. Cuando les enseñemos en casa, no nos transformemos en profesoras, seamos mamás. ¿Qué significa? Nos han vendido la idea de que la mejor mamá es la que cuida de sus hijos. Esa equivocada idea ha hecho que cosechemos hijos dependientes e inseguros. Nuestro verdadero rol es hacerlos independientes. Son propuestas casi opuestas, porque muchas veces para hacerlos independientes debemos dejar de cuidarlos, algo que nos duele mirar. Es más fácil cuidar, «dar haciendo» y proteger, lo duro es buscar en cada oportunidad un aprendizaje. Tantas veces que escuché la necesidad de no sobre protegerlos, ahora de pronto, entre cuatro paredes, sin nadie que me juzgue, les dejé libres.
Miro a mi alrededor y mi sala se convirtió en una ciudad de carros miniaturas, mi comedor en una estación de juegos de mesa, y la cocina en el lugar más mágico de compartir delicias con mi familia. Esa casa invisible que me recibía solo para dormir mientras corría apurada de lugar a lugar se convirtió en mi santuario.
Y así, me encuentro en un hogar donde los viajes ya no se sienten tan cercanos, donde la oficina puede esperar, donde este es el lugar donde quiero estar. Donde los quehaceres domésticos son compartidos en casa como oportunidad para enseñar valores. Donde he trabajado más que nunca, pero con la compañía cercana de mis hijos en el jardín con los sonidos de risas y peleas. Donde escucho a mis hijos jugar con juguetes que no sabían que tenían, transformando espacios de pasillos en pistas y de sofás en clubes.
Y mientras muchos fantasean a dónde saldrían corriendo al momento que esto acabe, quisiera que estos días se hagan un poco más largos. El descubrir todo lo que me estaba perdiendo ha sido el regalo más especial que necesitaba recibir. Si esto no hubiera pasado hubiera leído en redes sociales el típico escrito de cómo no queremos que los niños crezcan y todo el tiempo que perdimos sin despertar. Hoy puedo decir que el mundo me encerró para darme una lección de lo que importa, de lo que soy capaz como mamá, y que cuando todo esto acabe no volvamos a lo mismo, volvamos a algo mejor.
Claudia es mamá de José Rafael y Elisa, de 7 y 5 años.
Está graduándose de su doctorado en educación
y es profesora en la Universidad San Francisco de Quito.
Le encanta escribir, cocinar y cocer ropa para los Kasimeritos de Elisa.
Gracias infinitas, Claudia, por darnos esta hermosa perspectiva, hacernos cuestionarnos y ayudarnos a ver lo positivo de esta cuarentena. Pueden contactar a Claudia a su email: clautobar@gmail.com
Wow que buen artículo!
Estoy de acuerdo, súper identificada con Claudia!
Asi es! Yo paso en casa todos los dias con mis nenas pero el no saber cuando salir me ha obligado de manera positiva a pensar mas en ideas de como divertirme con ellas y ha sifi genial. Gracias Claudia x compartir
Qué bueno que hayas encontrado una oportunidad tan linda
Me encanto!!!!!! Yo vivo la misma vida de claudia y todo lo que estoy aprendiendo con mi hija Maria Paz es impagable!
Qué hermoso que seamos muchas las identificadas y que estés sacando lo mejor de esta cuarentena!